En ocasiones, nuestro trabajo o nuestro ritmo de vida nos fuerzan a caer en una vida sedentaria. La carencia de tiempo para realizar ejercicio físico en nuestro día a día nos puede repercutir con toda una serie de problemas. Por ejemplo, una consecuencia habitual del sedentarismo son los problemas de circulación.
Sea porque la falta de ejercicio puede repercutir en un aumento del volumen de grasas, por malas posturas o por carencia de movimientos, nuestro sistema circulatorio puede sufrir a causa de los malos hábitos cotidianos. Si el colesterol reduce el flujo sanguíneo, el corazón se ve forzado a hacer un esfuerzo mayor para bombear la sangre que oxigenará y nutrirá todos nuestros órganos y tejidos.
Realizar ejercicios suaves en las pausas, estirar el cuerpo para no quedarnos agarrotados, llevar una alimentación sana y equilibrada… Estas son algunas maneras de combatir el sedentarismo y sus posibles consecuencias, entre las que se encuentran las hemorroides o las varices, que producen severas molestias, interrumpen nuestro ritmo diario y nos dificultan seguir con nuestra actividad.
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